771 ECS029.- Hogar Padre Damián de San Fernando (Cádiz)

SAN FERNANDO

Damián de Molokai (1840-1889)

Viviendo hoy con el espíritu de Damián

Por gentileza de la revista Reinado Social, que edita la Congregación de los Sagrados Corazones, reproducimos el siguiente artículo de Poldo Antolín ss.cc.:

El Hogar Padre Damián de San Fernando (Cádiz) es un centro de menores que atienden dos religiosos de los SS.CC. y tres seglares en convenio con la Delegación de Asuntos Sociales de Cádiz. Allí viven ocho chavales en situación de desamparo.

Estas palabras están escritas desde la última y más traumática experiencia vivida en el Hogar y que nos ha unido mucho a las vivencias más íntimas de Damián: enterrar a los niños. Acompañar hasta el final sus cortas vidas, y ponerlas ya definitivamente en manos de Dios, el Amo de la viña: «el misionero es un simple trabajador que planta y riega; unas veces crece, otras no» (Carta 3-1865).

El Hogar no nació, hace ya 10 años, simplemente para recordar al Padre Damián y poner su nombre a una más de nuestras casas ss.cc. con motivo del centenario de su muerte, sino que nació para mantener vivo en nuestros días el espíritu que llevó a Damián, en medio de mil dificultades internas y externas, a querer compartir y entregar su vida con aquellos que nadie quería y que estaban siendo confinados en la isla de Molokai. Y, verdaderamente, en pocos sitios como en esta casa uno se acerca tanto a la lucha interna y a la extraña felicidad de la que tanto nos habla en sus cartas.

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Hogar Padre Damián, para niños con problemas familiares agudos, un centro concertado con la Junta de Andalucía.

Los adolescentes acogidos en el Hogar Padre Damián tienen su lepra particular, que los hace también ser rechazados, tachados de molestos e indeseables, de problemáticos y difíciles por causa de su comportamiento agresivo y violento. Y, como en su tiempo los leprosos, ellos no encajan en nuestra sociedad y son considerados culpables de su situación en un grado mucho mayor del que en justicia les corresponde, teniendo que afrontar la vida con el peso de la lepra y de la culpa.

Los religiosos y educadores que estamos con ellos procuramos verlos con otros ojos, inspirados en la mirada compasiva de Jesús vemos que sus comportamientos y problemas de relación son fruto de muchos abandonos familiares, abusos de todo tipo, desestructuras… que les faltaron unos brazos de madre que los mecieran de niños y un padre que de la mano les ayudara a descubrir el mundo como algo bueno y no como algo de lo que defenderse. Y con esa mirada comprendemos que todas esas carencias, y todo ese rechazo que siempre han sufrido, les marca y condiciona inevitablemente de una manera muy fuerte y de por vida, haciéndoles creer además, como los leprosos, que no tienen solución. Desde esa llamada, entendemos nuestra misión.

Pero también a los religiosos y educadores, como a Damián en sus primeros años en la isla, nos cuesta habituarnos a sus malas costumbres y al olor fétido de las llagas, nos cuesta desgastarnos y tener que asumir en nuestro cuerpo tanto dolor y sufrimiento, nos sentimos heridos por ellos y nos resistimos a tener que cargar nosotros con su enfermedad. Pero al no abandonar la isla nos acercamos a la clave de la vida del apóstol de los leprosos: que el amor consiste en cargar la cruz del otro y hacerla propia, solo entonces se hace llevadera y, como Damián en sus malos momentos, en medio del cansancio, y precisamente entonces, experimentamos el consuelo de Dios, la extraña felicidad: «Cuanto más cansado estoy más feliz me siento»(Carta 14-7-1872); «En medio de las privaciones el misionero encuentra consuelos de los que es difícil hacerse una idea» (Carta 12-2-1889).

La verdadera caridad no es cuestión de heroísmo humano, ni de fuerzas y capacidades personales, sino de confianza y adhesión a la cruz de Cristo, fuente de la verdadera Vida, la única que sabe convertir la debilidad en fuerza: «Al pie del altar encontramos la fuerza necesaria en nuestra soledad… Con mi Señor a mi lado, puedo continuar por siempre feliz y contento» (Carta 13-12-1881).

El espíritu de Damián no debe morir por una sola razón: todavía quedan «muchos leprosos». Admirar hoy la vida de Damián ignorando la existencia de los leprosos no sería una admiración aceptable.

Parroquia del Buen Pastor

C/ Buen Pastor 80. 11100-San Fernando (Cádiz). Tf. 956487237

Visita nuestra web en: www.sscc.es/buenpastor/

En San Fernando (Cádiz) hay también una comunidad de la Congregación, que atiende la Parroquia del Buen Pastor en el barrio de Gallineras, de población muy elevada y en gran parte de nivel cultural y económico muy bajo. Este trabajo se realiza en estrecha colaboración con las religiosas de los Sagrados Corazones. Esta parroquia fue confiada a la Congregación en 1975.

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