031 G007.- El patrimonio natural (VII)

SAN FERNANDO

La regeneración de las marismas del río Arillo

El patrimonio natural

Juan José Muñoz Pérez*, Ángel de la Casa Alonso**, Gisela Lorán Benavent*** y Miguel Ángel Avila Puyana****

*Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Doctor en Ciencas Físicas
**Ingeniero de Técnico de Obras Públicas
. Demarcación de Costas en Andalucía-Atlántico. Dirección General de Costas. Ministerio de Medio Ambiente
***Bióloga. Taller de Infenierías, S.A.
****Biólogo. Analiter – Análisis del Territorio, S.L.

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Fig. 15. Ejemplar de garceta común (Egretta garzetta) en las marismas.

Los ecosistemas marismeños resultan ser unos medios muy restrictivos en los que el ambiente controla íntimamente las comunidades biológicas que sobre ellos se asientan. Por este motivo la riqueza de las especies es baja en comparación con otros ecosistemas, si bien esto no impide que se alcancen notables valores de biomasa.

La comunidad vegetal fanerógama presente en el Parque Natural de Bahía de Cádiz está formada en su mayor parte por vegetación halófita, única capaz de soportar las condiciones extremas de salinidad e inundación que han ocurrido, y que existen aún en este ecosistema. La gran intervención antrópica que promovió la transformación de la mayor parte del territorio comprendido en el interior del espacio natural protegido, hacia el aprovechamiento de los recursos endógenos (uso salinero tradicional, acuicultura, etc.), hace que actualmente sea muy escasa la zona de influencia mareal normalizada; es decir, donde se cumpla el ciclo mareal semidiurno, con dos encharcamientos diarios.

La vertiente norte del ámbito del presente trabajo, saco interior de la bahía, presenta una mayor influencia mareal que la sur, saco interior del río Arillo. Ello condiciona la distribución de las diferentes unidades naturales de vegetación, pues éstas dependen directamente del régimen de encharcamiento, del régimen sedimentario, de la topografía y de la salinidad y textura del sustrato.

La construcción de las estructuras salineras conlleva la destrucción de la zona de marisma media-baja, por lo que especies muy significativas que habitan esta área, como Salicornia ramosissima, tienen menor probabilidad de emplazarse. Igualmente, son los propios muros de las salinas donde se encuentra la mayor parte de la tierra emergida, lo que implica que las especies vegetales asociadas a ellos son, por lo tanto, las representativas de vegetación de marisma alta y, por lo tanto, las más abundantes en este espacio.

Las especies de marisma alta encontradas han sido: Limoniastrum monopetalum, Arthrocnemum macrostachyum, Sarcocornia fruticosa, Frankenia laevis, Suaeda vera, Salsola brevifolia y Mesembryanthemum nodiflorum. Estas especies son las que continuamente se repiten por los muros de las salinas. La mayor parte de ellas pertenecen a la familia Chenopodiaceae y son de tipo leñoso. Los individuos censados presentan en general un buen aspecto, si bien el tamaño y el porte no son muy elevados. Así, por ejemplo, los individuos de Suaeda vera son de un tamaño relativamente pequeño, y los de Limoniastrum monopetalum de porte medio.

En los casos en los que hace su presencia Sarcocornia perennis, se implanta en los bordes inferiores de los muros, ocupando la zona que está más en contacto con el agua de las salinas. De este modo se puede apreciar una leve zonación, en la que esta última especie ocupa los niveles inferiores, mientras que Limoniastrum monopetalum siempre está en las zonas más altas de los muros, junto con Arthrocnemum macrostachyum.

Es destacable la ausencia significativa de especies que sí aparecen en otras marismas del golfo de Cádiz, como son Salicornia ramosissima y Spartina densiflora.

En los bordes mareales de la zona norte de estudio, saco interior de la bahía, donde el acúmulo de sedimentos ha definido unas planicies fangosas que, debido a su baja altura, pasan la mayor parte del tiempo inundadas, se instala una comunidad de organismos inferiores formando una película superficial, donde predominan cianobacterias, diatomeas y algas filamentosas, especies que llevan a cabo una incipiente tarea de atracción y aglutinación de partículas que se incorporan al sustrato. A lo largo del proceso de sedimentación que se desarrolla en la actualidad está aumentando la altura y, en consecuencia, la duración del período de emersión, hasta alcanzar un nivel mínimo suficiente para que enraícen las primeras plantas superiores. Así, en esta zona se ha detectado la presencia de especies de marisma baja y media-alta, como el macrófito Zostera noltii, que forma los primeros rodales, al colonizar la zona próxima al nivel medio de las bajamares vivas. Donde el sustrato alcanza mayor altura se han observado especies pioneras, que intervienen activamente en el proceso de sedimentación, tales como Spartina marítima y Sarcocornia perennis, que en las áreas de topografía más elevada están acompañadas por Halimione portulacoides y Limonium angustifolium.

Como consecuencia de la nula influencia mareal, el lavado pluvial y el aporte de sustrato exógeno, sobre determinados tramos de algunos muros de determinadas salinas, inducen que no sea la vegetación halófita la única presente en este espacio, ya que es muy frecuente hallar especies ruderales sobre la zona central de dichos muros, de algunos caminos y otras zonas antropizadas (cerca de construcciones, accesos, etc.). Básicamente, las especies ruderales más habituales son gramíneas anuales. También se encuentran especies que se han naturalizado, como por ejemplo Carpobrotus accinaciforme (uña de león), especie que puntualmente se ha implantado en ciertos taludes de la zona noroeste del espacio natural. Tampoco es difícil observar, en la misma zona, la presencia de numerosas chumberas (Opuntia tuna) sobre espacios con una alta cobertura de vegetación de marisma alta.

Las marismas del río Arillo presentan también un elevado interés biológico a nivel faunístico, generado por la presencia de la gran variedad de ecosistemas presentes en la zona: Fangos intermareales, salinas, cordones dunares, lagunas dulces, etc. Ello provoca que exista una variedad faunística muy relevante, tanto marina como terrestre.

Las marismas transformadas en salinas con aguas someras, bien iluminadas, fácilmente renovables, con unos niveles aceptables de oxigenación y con una importante fuente de nutrientes y detritos provenientes de los esteros y aguas de la bahía, le permiten desarrollar una ingente producción de fitoplancton y zooplancton que sirven de base a la cadena trófica.

En estas estructuras la fauna acuática de moluscos, anélidos, crustáceos y peces es cualitativamente pobre, debido al factor limitante que suponen los fuertes cambios de las condiciones fisicoquímicas del agua, aunque cuantitativamente posee una gran riqueza por la enorme cantidad de recursos disponibles. Destaca la presencia, por ejemplo, del invertebrado Nereis sp., por ser dieta básica de los alevines de peces y aves en los esteros. Entre los crustáceos más abundantes, tanto en los esteros de las salinas como en los caños se encuentran los pertenecientes a la familia Palaemonidae, como el camarón Palaemon varians. De entre los cangrejos más abundantes destacan Carcinus maenas y Uca tangeri.

Los fangos intermareales de los caños albergan una fauna característica. Ciertas especies existentes en estos ámbitos constituyen una fuente de economía sumergida para mariscadores ilegales, que por su interés comercial someten a la zona a una sobreexplotación continuada de estas especies. Entre ellas destacamos por su interés Marphysa sanguinea, Diopatra neapolitana, Nereis diversicolor, Scrobicularia plana, Tapes decussatus, Tapes aureus, Cerastoderma edule, Solen marginatus, Murex brandaris, Monodonta turbinata y Upogebia deltaura.

Por otro lado, la ictiofauna de los caños está sometida también a una creciente presión depredadora, principalmente por parte de los innumerables pescadores furtivos, que, utilizando trasmallos y pequeñas artes de arrastre, esquilman las poblaciones de peces, formadas en su mayor parte por individuos jóvenes. La ictiofauna de estados juveniles presente en los caños de las salinas de la bahía de Cádiz está constituida, como mínimo, por 48 especies de Teleósteos. Se trata en su mayoría de especies marino-dependientes (Moyle & Cech, 1982; Claridge et al., 1986) que pasan algunas fases de su ciclo vital en las marismas, tras las cuales retornan al mar para la vida adulta. Unas especies utilizan los caños sólo como zona de cría de los alevines, donde éstos encuentran alimento abundante y protección frente a los predadores, y otras los utilizan tanto para esta fase trófica como para el desove. Sólo algunas especies, como Atherina boyeri, Pomatoschistus microps y Fundulus heteroclitus pueden considerarse especies sedentarias, que completan su ciclo vital en estas aguas. De cualquier forma, se trata siempre de especies capaces de soportar los amplios márgenes de variación en los parámetros de salinidad y temperatura que se dan en este medio acuático de transición.

Por lo que respecta a las especies comerciales utilizadas en las instalaciones acuícolas de toda la bahía, teniendo presente que en el área de estudio sólo se realizan despesques tras la estabulación de alevines capturados con las mareas en las salinas, se produce un extenso solapamiento en los períodos de presencia de alevines, circunstancia que propicia, asimismo, la existencia de un continuo reclutamiento de postlarvas y juveniles a lo largo del ciclo anual. No obstante existen variaciones interanuales de abundancia: la densidad y número de alevines de Sparus aurata, Dicentratus labrax, Dicentratus punctatus, Liza aurata, Liza ramada, Solea senegalensis y Anguilla anguilla es mayor entre los meses de diciembre a abril. Durante el verano las concentraciones de esas especies disminuyen ostensiblemente, aumentando por contra las de Mugil cephalus y Liza saliens, debido a su entrada en época de reproducción (Arias, A. M. y Drake, P., 1990).

En relación con la distribución de estas especies por los diferentes ámbitos de la zona, cabría señalar cómo la variación geográfica de estas especies señaladas es relevante. De manera general se constata, en los estudios desarrollados por Arias y Drake, 1990, cómo la riqueza en especies disminuye a medida que los caños se adentran en la marisma. Los casos más interesantes se encuentran en Sparus aurata y Liza aurata, que muestran cierta tendencia a ser más abundantes en las zonas exteriores, y Liza ramada y Chelon labrosus, que se sitúan en los caños alejados de la influencia directa del mar.

La ocupación permanente de los caños de las salinas de la bahía de Cádiz por elevadas concentraciones de peces marinos jóvenes, en diversos grados de desarrollo, hace necesaria la adopción y el cumplimiento de medidas encaminadas a su protección, desarrollando unas claras y específicas actuaciones que impidan el actual deterioro que sufre este espacio. Éstas deben tender a aplicar una adecuada gestión de las masas de agua en las salinas e impedir la destrucción o el cegamiento de los caños y de las propias estructuras salineras, así como a controlar la pesca de inmaduros.

Además de la fauna que vive en el agua, los espacios salineros de la bahía gaditana, y de las marismas del río Arillo en particular, constituyen un lugar de invernada o el hábitat permanente de una cuantiosa y variada avifauna. En este sentido cabe señalar que, después del Parque Nacional de Doñana, el Parque Natural Bahía de Cádiz es la zona de mayor extensión e importancia ornitológica de Andalucía. Es muy elevado el valor que poseen para las aves las estructuras salineras, tanto en la bahía de Cádiz como a nivel europeo, estando reconocidos a nivel internacional los problemas de conservación causados por su abandono.

Actualmente está en desarrollo una estrategia para la conservación de las salinas y las aves en la región mediterránea (Anon, 1996). La elevada producción biológica del espacio del río Arillo y las favorables condiciones ambientales propician la existencia de densas colonias de aves acuáticas. Estas aves, en bajamar utilizan como comederos los fangos de la zona intermareal, mientras que en pleamar se trasladan a alimentarse a las balsas de agua de escasa profundidad del interior de las salinas. Asimismo, muchas de ellas hacen sus nidos entre la vegetación de los muros de las salinas o en áreas no inundadas por las mareas.

Los censos de aves en la zona sitúan en 150 el número de especies de acuáticas observadas, estimándose que la población de aves de la bahía está formada por unos 50.000 individuos, de los que un 50% son limícolas (correlimos, chorlitejos, chorlitos, cigüeñuelas, agujas), un 30% pertenece a anátidas (silbones, negrones, serretas, tarros blancos), un 15% a láridos (varias especies de gaviotas) y el 5% restante a otras especies, tales como flamenco, garza real, garceta, cormorán, etc. (Fig. 15).

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Fig. 16. Las islas desnudas entre las marismas son zonas “seguras” para la avifauna.

Algunas de estas especies son sedentarias y muchas de ellas nidificantes en la bahía; concretamente en las marismas de Arillo crían cigüeñuelas (Himantopus himantopus), chorlitejos patinegros (Charadrius alexandrinus), gaviotas patiamarillas (Larus cachinnans), avocetas (Recurvirostra avosetta), charrancitos (Sterna albifrons) y, ocasionalmente, el ánade real (Anas platyrhynchos). Sin embargo, el grueso de la avifauna de marismas y salinas está formado por aves migradoras que utilizan estos enclaves para invernar o simplemente para hacer un descanso en sus rutas migratorias con África (Fig. 16).

El área de estudio adolece, como toda la zona del área de la bahía gaditana, de un número adecuado de censos oficiales que se haya realizado a lo largo de los años.

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