SAN FERNANDO
- Ligada a la actividad de la factoría naval, la ciudad observa con preocupación su actual situación
- Con trabajo en Sistemas FABA y en reparación, construcciones cuenta con carga escasa
Cientos de trabajadores de la plantilla de Navantia-San Fernando recorren el centro de la ciudad en una de sus últimas movilizaciones para exigir carga de trabajo.
Amaya Lanceta san Fernando | Actualizado 20.10.2013 – 01:00
El vínculo existente entre los astilleros de la antigua Bazán y la ciudad se mantiene desde hace muchos años. Muchos ciudadanos recuerdan aún aquellos tiempos en que la plantilla rondaba los 5.000 trabajadores. Eran tiempos de esplendor, en los que La Isla vivía bajo su protección y la de la Armada. Esos años de bonanza, sin embargo, son añorados en estos momentos de crisis, cuando la ciudad sufre en decadencia con 13.753 desempleados. San Fernando padece la deriva de esas dos industrias históricas: la reducción considerable tanto de las instalaciones de la Armada, como de la actividad de la factoría naval. En el horizonte las dudas y la desesperanza surgen entre quienes entienden que el futuro de La Isla y de Navantia están ligados entre sí. Porque la pérdida de este centro de trabajo, al menos su mengua a mínimos, provocaría una reacción en cadena que sería difícil superar. Como lo está siendo ya para muchas familias isleñas, que desde la industria auxiliar desempeñaban sus labores en las dependencias de La Carraca y ahora se encuentran sin faena y en dificultades para mantener la familia a flote.
Apenas quedan en torno unos 250 o 300 empleados de subcontratas desempeñando tareas en la antigua Bazán en la actualidad. Se encargan de mantenimiento, ingeniería o auxilio. Llegaron a ser, no hace tanto, más de 2.000 operarios y técnicos que se sumaban al trabajo de la plantilla. Ahora la escasa carga de trabajo ha dejado a la mayoría en la calle, en muchos casos engrosando las listas de desempleo de la ciudad o de cualquiera de las otras localidades del entorno, sumando su drama al de otros trabajadores en su misma o peor situación.
Su presencia en Navantia reflejaba un tiempo mejor a este para la factoría, cuando el astillero estaba a pleno rendimiento, y el personal propio de esta empresa pública no era suficiente para cubrir las necesidades que demandaban los encargos. Ahora, desde hace un tiempo, esos encargos van escaseando. No es nada nuevo para esta industria principal isleña, que ya en 2005 movilizó a la población para oponerse a su cierre. Pero no duele menos por eso. Porque muchos saben del cordón umbilical que une a San Fernando con esta histórica actividad naval. Por él, de ella, se alimenta en buena medida la economía local, pero en estos momentos ese suministro se ha visto reducido por la falta de trabajo.
Efectivamente, la principal sección de estos astilleros de La Carraca, de nuevas construcciones, sufre la falta de nuevos programas, de nuevos contratos. Según el presidente del comité de empresa, José Antonio Oliva, en sacar adelante las lanchas de desembarco para la marina australiana se ocupa en la actualidad aproximadamente el 60% de la plantilla. Pero la faena se irá concluyendo y la última de ellas se entregará en enero de 2015. Por detrás se encuentra el vacío, sin que ninguna de las posibilidades comerciales del extranjero se haya concretado en un acuerdo y, por tanto, en nuevos encargos. «Éste es el trabajo que se prolonga en el tiempo, el que ocupa a la plantilla y da trabajo para la industria auxiliar, el resto mantiene la actividad por periodos de 15 o 20 días», explica el representante sindical, también responsable máximo del comité intercentros.
La realidad en la nueva construcción dista mucho del 91% al que se aludía hace unos días el presidente de la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), Ramón Aguirre, que hacía referencia a la ocupación del departamento de reparaciones, que sí tiene faena por el momento. Acaban de someter a mejoras a una draga, un trabajo importante que puede abrir la puerta a más reparaciones en este tipo de embarcaciones. Prosiguen con los barcos de la Armada española (aunque ya llegan menos). «Es un trabajo más flexible. Los compañeros se mueven cuando es necesario a Cádiz o Rota», comenta Oliva. Se trata de una línea medianamente segura de actividad, por lo tanto.
La tercera división, la de antigua Fábrica de Artillería, hoy Sistemas FABA, continúa con su trabajo para nutrir a los astilleros de Navantia. «Se encargan de integrar todos los sistemas de donde sea», cuenta el presidente del comité. La parte de ingeniería mantiene su actividad constante. El taller, sin embargo, que fabrican cañones y otro tipo de piezas de los sistemas se encuentra menos ocupado.
Aun con estas dos secciones con rendimientos altos, Navantia necesita para asegurar su futuro que sea construcciones la que tire del carro con nuevos proyectos. Hasta la fecha ninguno de los movimientos comerciales realizados por en el exterior por la empresa ha dado resultados. Qatar, Venezuela, Turquía… «No entendieron que ese tipo de acuerdos tardan en madurar, podrán llegar pero con el tiempo, puede prolongarse años», advierte José Antonio Oliva. Por eso defendían desde el primer momento que la segunda fase de los BAM (Buque de Acción Marítima) para la Armada española era la solución. «Se había suscrito en un consejo de ministros», recuerda. Es más, añade, no era necesario dar luz verde a los cinco barcos de esa fase, sólo a uno, o incluso ampliar la primera fase que seguía abierta, para poner en marcha el proceso. «Se activa así el empleo en la zona, pero también los resortes económicos de la empresa, que puede acudir a financiación exterior, porque el aval ya no es el patrimonio sino el programa que tienes en marcha», expone.
Pero «prefirieron jugársela a la carta de los contratos exteriores». Y mientras, quienes son conscientes de que San Fernando está en manos de los astilleros, aguardan mejores noticias.