Opinión
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Contemplo cada sesión de plenos como si fuese una representación teatral de los veinticinco concejales.
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“Si hay que ir se va, pero ir pa ná es una tontería”.
Recibo visita de mis hijos en el momento más oportuno, dispuesto como estaba a disfrutar de la visión del último pleno en el ayuntamiento. Me miran incrédulos -¿cómo puedes aguantar ese rollo?- dicen convencidos de que pueden hacerme desistir del empeño, y respiran aliviados porque apago el televisor. Pero se trata de una tregua temporal para disfrutar de su compañía, porque en cuanto pueda volveré a intentarlo. No van a conseguir tan fácilmente que me prive de la diversión que supone el espectáculo.
Disculpen ustedes si creen que estoy frivolizando, quizás piensen que de los plenos municipales salen las soluciones a los problemas que aquejan a la ciudad. Suerte que tienen, hace tiempo que espero el ángel de la revelación que me conduzca por el camino de la fe en los munícipes de mi ayuntamiento. Confío en que me entiendan dentro de unos párrafos.
Mi estrategia para disfrutar de los plenos municipales es bastante simple. Contemplo cada sesión de plenos como si fuese una representación teatral de los veinticinco concejales. Algo así:
Cada mes, se reúne la Compañía 25 para la representación comprometida. La Compañía 25 está formada por grupos actorales que compiten entre sí. El director de la compañía y actor principal inicia la sesión, que tiene un orden preestablecido. El actor secundario principal del primer grupo actoral toma la palabra y monologa, mientras los actores de los otros grupos sisean, hablan entre sí, leen sus papeles y molestan cuanto pueden. Después, actores destacados de los demás grupos actorales critican en voz alta la mala interpretación realizada por el oponente, quien tiene luego la oportunidad de ponerles verde por obtusos y maleducados. Sucesivamente, se repite la escena con otros grupos actorales, hasta que quienes lo deseen representan sus respectivos papeles. Entonces, el director y actor principal sentencia que todos tienen mucho que aprender de él, para eso es el jefe y el que manda, punto en boca. Al final, todos contentos. Cada uno recibe una sustanciosa compensación económica por la función y los ensayos previos; y a esperar la siguiente función.
Lo mejor de la última fue la escena “Incompetencia y mezquindad” llevadas al alimón entre los grupos actorales primero y segundo. Una delicia. Muy bien llevada por los actores secundarios hasta que el director y actor principal aseguró que la mejor solución no era politizar los temas -“se lo digo Sr. Reyes”-, porque la sociedad conseguía mejores resultados que los políticos. Una declaración de incompetencia en toda regla que sentenció la reunión. Digamos en su honor, que fue un éxito de representación porque la última función tenía por título “PA NÁ”.
Pleno Municipal, “si hay que ir se va, pero ir pa ná es una tontería”
Moción que presentaba un grupo municipal; respuesta invariable: “el ayuntamiento no es responsable / no tenemos capacidad legal / no nos han transferido el dinero”. Saqué la conclusión de que el ayuntamiento no tiene responsabilidad sobre los centros de secundaria, ni sobre el parque natural, ni puede hacer nada en materia de empleo, ni en los hospitales, ni en nada de lo que se debatió en el pleno. Cuestión que sabían o debían de conocer todos y cada uno de los concejales, porque no hubo oposición alguna a tal cuestión. Por eso, a todo se votó que sí, sin problema. Total, no va a servir pa ná…
¿Recuerdan al cómico de la tele?, “si no es por no hacerlo, pero ir pa ná es una tontería”, o “si hay que ir se va, pero ir pa ná es una tontería”. Pues eso; y ya se conoce cómo se llama a quienes hacen tonterías.
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